5 de diciembre de 2009

Irán y Corea del Norte tienen poco y nada en común, salvo algo: sus ambiciones nucleares.

Sin duda la carrera armamentista es un tema que preocupa de sobre manera a la comunidad internacional. Más aun si ésta se basa en la categoría de armas de destrucción masiva. Algunas grandes potencias occidentales, por sobretodo, Estados Unidos, Francia y Reino Unido han criticado ampliamente la posibilidad cierta de que los planes civiles de energía nuclear deriven finalmente en la proliferación de bombas nucleares que afecten a sus intereses y a la seguridad internacional.

En el mundo existen sólo 5 países que poseen “legalmente” armas nucleares: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China. En 1968, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), donde estos 5 países se comprometieron a apoyar el desarme y hacer las veces de “policía internacional” para que el resto del mundo no pudiese producirlas, así estos países se convierten en los asientos permanentes del Consejo. Lo cierto es que, pese a la ilegalidad internacional, otros países han pasado a formar la lista de los tenedores de armas nucleares en la actualidad; es el caso de Pakistán, India e Israel, ninguno de ellos firmante del TNP.

Con todo, otros países también, como es el caso de Irán y Corea del Norte, son los que han alcanzado el nivel tecnológico para producir estas armas, pero que se encuentran en el ojo del huracán, o más bien en el ojo de las potencias de occidente, debido a sus temores y amenazas de su producción.

Irán y Corea del Norte tienen poco y nada en común, salvo algo: sus ambiciones nucleares. Sin embargo, para los ojos de las potencias occidentales (y aquí incluimos también a Rusia) ambas naciones tienen mucho más en común. El ex presidente G. Bush Jr., incluyó a estos dos países dentro del “Eje del Mal” y señaló que representan un serio peligro a la seguridad internacional. Sin duda, las relaciones entre la anterior administración americana y estos dos países fueron en extremo tensas. Teherán respondía en fuertes términos y Pyongyang no respondía con palabras sino probando y probando misiles de corto y largo alcance, haciendo temblar a sus vecinos del Sur. Con la llegada de Obama el discurso ha cambiado un poco, pero poco a poco igualmente se van tensionando las relaciones.

Sin embargo de esto que une a ambas naciones, hay que hacer un análisis separado de estos dos países ya que no responden en absoluto a realidades parecidas. Irán es un país islámico rico en recursos, potencia regional, importante para Estados Unidos, y que ha otorgado en múltiples oportunidades luz verde a las inspecciones de sus plantas nucleares y se ha mostrado abierto al diálogo permanente y directo con las Naciones Unidas. También ha rechazado en múltiples oportunidades las grandes exigencias que le imponen las potencias ya que, señala, atenta contra la libertad del pueblo iraní de acceder a una fuente de energía, tal y como poseen muchos países del mundo. Sin embargo, es un país que dialoga permanentemente con occidente. El presidente iraní Ahmadineyad ha negado en múltiples oportunidades que su país desee acceder a armas nucleares ya que, señala, que ‘es ilegal y va en contra de nuestra religión’. También cabe destacar que la importancia para Estados Unidos se demostró claramente cuando Obama envió un saludo por el año nuevo persa a la nación islámica, invitándola a un cambio en las relaciones entre ambos países. Ahmadineyad aceptó el gesto.

Sin embargo, un gran problema para occidente es la enemistad acérrima de Irán con el niño consentido de occidente: Israel. El presidente iraní no escatima recursos lingüísticos para referirse al Estado Sionista e Israel acusa permanentemente el hostigamiento iraní. Ahmadineyad, en su última intervención de 2008 en la Asamblea General de en Naciones Unidas, acusó a Israel de ser el ‘causante de todos los males del mundo’. El presidente de Israel, Shimón Peres, de visita esta semana en Brasil, señaló en respuesta que Ahmadineyad es una lástima para el Islam. Lo cierto es que Ahmadineyad ha lanzado frases como que el Holocausto no existió y que en su país no existe el fenómeno de la homosexualidad.

Corea del Norte es un caso aparte, es un país cerrado y cercado internacionalmente y muy venido a menos. Normalmente es China quien actúa como mediador sobre Corea. Sobrevive (porque es un país muy pobre) bajo la presidencia de Kim Jong Il, quien en los últimos años dio pasos de acercamiento a Corea del Sur y ha mostrado disposición al dialogo con Obama, pero a diferencia de Irán, Corea del Norte sí declara estar en camino al acceso a armas nucleares para utilizarlas sólo de manera disuasiva y sólo eventualmente para la defensa en caso de ataque. De ahí que todos los pasos amistosos que ha dado no signifiquen ningún avance debido a este discurso bélico flagrante y enemistoso, sobre todo para un aliado de occidente, como es Corea del Sur.

Todo esto, diferencias en los discursos, el uso del sistema internacional, la diferencia notable entre estos dos países, la diferencia histórica y los intereses políticos, hace que se vea poco -y muy poco- probable que Irán y Corea formen realmente un Eje en el fututo en contra las potencias occidentales que no les permiten acceder libremente a sus intereses nucleares, sean civiles, en el caso que así sea en Irán, y militares, como es el caso cierto de Corea del Norte.

Sin embargo, resulta a lo menos interesante la legalidad que representa que sólo algunos países del mundo, sólo cinco, tengan el derecho per se de tener armas nucleares, aquellos mismos que promovieron la no proliferación poseen miles de cabezas nucleares. Es más, quien protege al mundo de las inseguridades por todos los rincones del planeta, Estados Unidos, es el único país que las ha utilizado, y no en una oportunidad, sino en dos. Tampoco es posible, claro que no, que todo el mundo tenga acceso a estas armas, porque ahí sí que sería una debacle sistémica y nadie dormiría en paz, pero esto demuestra simplemente que vivimos en un sistema internacional anárquico que responde a las viejas tradiciones realistas de las relaciones internacionales, que, en palabras sencillas, es el simple y llano afán de ir en búsqueda y lucha permanente por el poder, respondiendo solamente a los intereses propios de cada país y de su población, de sus miedos y de sus fanatismos.

No hay comentarios: