5 de febrero de 2010

Insulza y la OEA, tarea para marzo


José Miguel Insulza, el ‘panzer’, se convirtió en Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en mayo de 2005 con el apoyo, en ese entonces, del gobierno de Ricardo Lagos. El panzer, fue electo en una muy disputada elección en donde nunca tuvo el apoyo de Estados Unidos, así tampoco el de Perú y Bolivia. Finalmente, y luego de la renuncia de la otra candidatura del mexicano Luis Ernesto Derbez, Insulza se hizo del máximo cargo político del hemisferio. La idea del gobierno en ese instante era posicionar a Chile en el concierto internacional.


Sin embargo, la llegada de un nuevo gobierno supone una amplia revisión de los cargos políticos de exclusiva confianza del presidente electo. Con mayor razón, esta misma lógica impera cuando el gobierno pasa de manos de una coalición a otra.


Aun cuando el cargo que tiene José Miguel Insulza en Washington no se debe a la confianza exclusiva del presidente, no es más que una incongruencia que no cuente con el respaldo de su propio gobierno para el ejercicio de la testera americana. Además, es la propia Cancillería -la que sí responde a la confianza exclusiva del presidente-, a través de su Dirección de Política Multilateral, quien hace el lobby necesario ante los países para conseguir los votos que se requieren para alcanzar el cargo.


Así entonces, el futuro presidente Piñera tiene una difícil decisión en querer apoyar o no al panzer en la aventura de presentarse nuevamente al cargo de secretario general de la OEA. Sabemos que es una decisión difícil porque ya ha dicho que lo apoyaría y luego se desdijo, en menos de una semana.


Pero, ¿Qué pensará la UDI o RN que un representante de la ‘centro izquierda’, un militante del Partido Socialista, mal que mal representara al país, a la diplomacia chilena, en todas las cumbres y foros del continente?


¿Por qué Piñera debería aceptar las presiones de Bachelet para dejar al panzer repostularse, al calificarlo como una decisión de Estado? ¿Es el mejor candidato? ¿Qué margen de acción tendrá Insulza siendo de la oposición? ¿Es un inicio de un proceso de co-habitación política?

Lo cierto es que si Piñera apoya a Insulza la cosa no termina de complicarse pues la prensa de los Estados Unidos señala que el gobierno de Obama no ve con buenos ojos la reelección. Para qué hablar de Venezuela. Otros gobiernos tampoco están contentos con la gestión del panzer en el organismo. Se le ha criticado fuertemente su mala gestión durante la reciente crisis en Honduras y la inoperancia práctica que se reflejó por parte de la organización ante un tema de primer orden políticamente muy grave, como es la pérdida de la democracia por un Estado miembro. Por otro lado, según estimaciones de la propia Cancillería,Insulza cuenta ya con el apoyo explícito de Colombia, Brasil, Argentina y Paraguay y de países caribeños, como Jamaica, Surinam, Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas.


Finalmente, si Piñera no apoya a Insulza estaría simplemente ejerciendo facultades que los políticos deben estar dispuestos a tolerar en el marco de un juego democrático transparente. Aunque Chile perdería, desde el punto de vista estratégico-comunicacional, una vitrina importante para la diplomacia chilena, como lo es estar presente en organismo hemisférico en primera mano. No hay que negar que el logro de la Secretaría General sea un hito importante para posicionar a Chile en el concierto internacional, además Insulza ‘tiene a su favor’ la historia pues permanentemente existe la reelección del Secretario General. En contra tiene las críticas ya esgrimidas y también su activa presencia política en Chile.


Pese a todo lo anterior, me atrevería a esgrimir que buena idea sería que Piñera apoyara la reelección de Insulza bajo el compromiso político de un programa de gobierno (de la OEA) de acuerdo a la observancia de la Carta Democrática y de una ejecución de reforma administrativa de la Organización. No es endosable la responsabilidad de la inoperancia de una institución a una persona, en este caso un chileno; pero esta vez no puede pasar cinco años más criticando los estatutos y viendo como en muchos países de la región la democracia se califica sólo por las elecciones y se dejan de observar otras prácticas democráticas tan venidas a menos en nuestros países.


Publicado para Revista La Página

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